Con la tranquilidad que transmite, hace que queramos ir a Madagascar sin pensarlo, escuchar romper las olas a lo largo de la orilla con los ojos cerrados, mientras estamos tumbados en la playa con una sombrilla en forma de palmera, bebiendo el agua de un coco, quien no pagaba por eso!!
me encanta este blog
ResponderEliminarfantastico
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